El patriotismo en la República Dominicana es una fuerza que supera cualquier gobierno o ideología partidista. Es un legado histórico que conecta a cada dominicano con sus raíces y su identidad nacional, un sentimiento compartido que unifica al pueblo más allá de cualquier diferencia. Este concepto quedó plasmado en el Manifiesto del 16 de enero de 1844, documento fundacional que proclamó la independencia y la voluntad de emancipación de un pueblo decidido a liberarse del yugo opresor.

“Nos declaramos libres e independientes del pueblo haitiano y del de cualquiera otra nación, potencia o autoridad…” (Manifiesto Dominicano 1844)

Así como el bisabuelo de mi abuelo, Pedro Antonio Bobea, luchó por la libertad y la justicia en la independencia, cada dominicano tambien lleva en su sangre ese espíritu de los trinitarios. Hoy, cuando los dominicanos enfrentan desafíos que ponen en juego su identidad, como la crisis migratoria haitiana, esta heroica herencia trinitaria se activa, inspirando a la gente a defender sus derechos y proteger su cultura. El rechazo a la inmigración ilegal no es una simple cuestión de políticas de gobierno, sino un acto de reafirmación de la dominicanidad.

“Y declaramos solemnemente, a la faz del mundo, que deseamos existir siempre con honor y libertad…” (Manifiesto Dominicano 1844)

Cada dominicano es, en esencia, un patriota. Aunque algunos eligen el activismo abierto y otros no, todos tienen en común un compromiso con su patria. Es esta conexión la que mantiene la cohesión social y reafirma el sentido de identidad colectiva. La dominicanidad no es solo un concepto cultural; es una herramienta de unión y resistencia, un recurso para enfrentar los desafíos del presente y asegurar la perpetuidad de la nación.

“Hemos jurado, delante del Altísimo, librarnos de tan crueles males…” (Manifiesto Dominicano 1844)

Hoy, más que nunca, el activismo patriótico es esencial para enfrentar los difíciles tiempos en los que la inmigración ilegal amenaza con socavar nuestra identidad, tradiciones y recursos. Al recordar y honrar el legado de nuestros antepasados trinitarios, reafirmamos nuestro compromiso con una República Dominicana soberana y unida. La lucha no es simplemente política; es un llamado a todos los dominicanos a proteger y perpetuar nuestra esencia nacional. Así, la dominicanidad seguirá siendo el pilar que nos une y nos fortalece como nación.